
Poco después, casi por arte de magia apareces al borde de un atardecer en azul, en verde, en miles de colores, reflejado en perlas y en marfil. Allí, cuando lo que más deseas con todas tus ganas es que el tiempo se pare y que ese instante dure para siempre, comprendes que el tiempo no se parará, y que en realidad lo que deseas es que ese momento se repita por la eternidad, siguiendo una historia que crees que empezó en una vida anterior y continua en otro espacio y en otro tiempo, probablemente en un viaje en el tiempo al futuro.
En ese momento sonries, inundas todo el atardecer de marfil y el universo cambia su epicentro que aparece en tus ojos. Desde un cosmos desequilibrado llueven millones de estrellas sobre nosotros. El tiempo no se para, aunque pasa a la velocidad de la luz en ciertos momentos. Definitivamente necesitaremos la eternidad para saborearlo bien.
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