Zizhang buscó a Confucio por toda China. El país atravesaba un momento de gran convulsión social, y él temía un derramamiento de sangre.
Encontró al maestro junto a una higuera, meditando.
-Maestro, precisamos urgentemente su presencia en el gobierno -dijo Zizhang. –Estamos al borde del caos.
Confucio continuó meditando.
-Maestro, nos enseñaste que no podemos quedarnos al margen -continuó Zizhang. -Dijiste que somos responsables del mundo.
-Estoy rezando por el país -respondió Confucio. -Después iré a ayudar a un hombre en la esquina. Haciendo lo que está a nuestro alcance beneficiamos a todos. Si únicamente tratamos de tener ideas que salven al mundo, no nos ayudaremos ni a nosotros mismos. Existen mil maneras de hacer política: no se necesita ser parte del gobierno.
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