25/7/07

Paisajes

Le tomó las manos y la miró arrobado, con los ojitos cuajados de estrellas y planetas. Contemplarla era un premio, un regalo que el destino le tenía preparado cuando ya no esperaba nada de la vida. Soltó un suspiro hondo que llenó la habitación de corazones atravesados por una flecha y, casi en un susurro, le dijo: -¡Me pasaría la vida mirándote! Ella, curtida por la vida en promesas incumplidas, soltó un bufido largo y espeso y sin levantar la vista le dijo: -Ya he oído eso antes y...¿sabes que pienso? Que terminarás cansado de ver el mismo paisaje todos los días.... Él dejó escapar una sonrisa tierna mientras iba dibujando líneas en su mano. -No, no lo creo, los demás no miran por mis ojos. Llevo treinta años habitando la misma casa y, cada día, sin proponérmelo, descubro algo nuevo al mirar a través de la ventana. Sólo es cuestión de saber mirar. Se encendieron en los ojos de ella una a una todas las estrellas, dedicándole una cómplice mirada de lucero. Sin esfuerzo enmarcó una sonrisa de satisfacción para que tuviera una nueva perspectiva de los muchos paisajes que existían en ella...

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