Cuida...

Cuida tus manos para que sean delicadas y sepan tomar sin jamás aprisionar, que sepan dar sin calcular y tengan la fuerza de bendecir y consolar. Cuida tus ojos para que sepan ver la necesidad y no olviden nunca lo que a nadie deslumbre, que vean detrás de la superficie para que los demás se sientan felices por tu modo de mirarles. Cuida tus oídos para que sepan percibir muy claramente el grito de los afligidos, que sepan quedarse sordos al ruido inútil y a la palabrería, pero no a las voces que llaman y piden que las oigan y comprendan aunque turben tu comodidad. Cuida tu boca para que no diga nada que hiera o destruya, que sólo pronuncie palabras que alivian, que nunca traicionen confidencias y secretos, que consiga despertar sonrisas. Cuida tu corazón para que sepa dar calor y refugio, que sea generoso en perdonar y comprender y aprenda a compartir dolor y alegría.