Desde joven, el pintor Henri Matisse acostumbraba visitar semanalmente al gran Renoir en su atelier. Cuando Renoir fue atacado por la artritis, Matisse comenzó a visitarlo a diario llevándole alimentos, pinceles, pinturas, pero siempre tratando de convencer al maestro de que estaba trabajando demasiado, y que necesitaba descansar un poco.
Cierto día, notando que cada pincelada hacía que Renoir gimiera de dolor, Matisse no pudo contenerse:
-Gran maestro, su obra ya es vasta e importante. ¿Por qué continúa torturándose de esta manera?
-Muy simple -respondió Renoir. -La belleza permanece; el dolor termina pasando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario