Un sabio cierta tarde, llegó a la ciudad de Akbar. Las personas no dieron mucha importancia a su presencia, y sus enseñanzas no consiguieron interesar a nadie. Después de algún tiempo, él pasó a ser motivo de risa y burlas por parte de los habitantes de la ciudad.
Un día, mientras paseaba por la calle principal de Akbar, un grupo de hombres y mujeres comenzó a insultarlo. Pero en lugar de fingir que no se daba cuenta de lo que ocurría, el sabio se acercó a ellos y los bendijo.
Uno de los hombres comentó:
-¿Será, después de todo, que el hombre es sordo? ¡Le gritamos cosas horribles, y él sólo nos responde con palabras bellas!
-Cada uno de nosotros sólo puede ofrecer lo que tiene -fue la respuesta del sabio.
22/3/07
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