26/3/07

Marfil y azul

Muchas de las mejores cosas que pasan en nuestras vidas surgen fruto de la improvisación, de algo aparentemente casual que intentando comprender hacia atrás ni siquiera nos explicamos en qué momento surgió. Pareciera como si una fuerza te arrastrara hacia lo desconocido, y por alguna razón, como cansados de luchar contra nuestro destino intentando inventar uno nuevo, no mostramos la más mínima resistencia ante esa fuerza imparable, y nos dejamos arrastrar.
Poco después, casi por arte de magia apareces al borde de un atardecer en azul, en verde, en miles de colores, reflejado en perlas y en marfil. Allí, cuando lo que más deseas con todas tus ganas es que el tiempo se pare y que ese instante dure para siempre, comprendes que el tiempo no se parará, y que en realidad lo que deseas es que ese momento se repita por la eternidad, siguiendo una historia que crees que empezó en una vida anterior y continua en otro espacio y en otro tiempo, probablemente en un viaje en el tiempo al futuro. En ese momento sonries, inundas todo el atardecer de marfil y el universo cambia su epicentro que aparece en tus ojos. Desde un cosmos desequilibrado llueven millones de estrellas sobre nosotros. El tiempo no se para, aunque pasa a la velocidad de la luz en ciertos momentos. Definitivamente necesitaremos la eternidad para saborearlo bien.

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