Pero Sa-chi no daba muestras de celos. Y como siempre trataba al bebé con cariño, los padres decidieron hacer una prueba. Dejaron a Sa-chi con el recién nacido, y se quedaron observando su comportamiento por la puerta entreabierta.
Encantada al ver su deseo satisfecho, la pequeña Sa-chi se aproximó a la cuna en puntas de pie, se inclinó sobre el bebé y le dijo:
-¡Díme cómo es Dios! ¡Yo ya me estoy olvidando!
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