18/4/07

Niños

Cuando su hermano nació, Sa-chi Gabriel le insistía a los padres que la dejaran sola con el bebé. Temiendo que, como muchas criaturas de cuatro años, estuviera celosa y quisiera hacerle algún daño, ellos no la dejaron.

Pero Sa-chi no daba muestras de celos. Y como siempre trataba al bebé con cariño, los padres decidieron hacer una prueba. Dejaron a Sa-chi con el recién nacido, y se quedaron observando su comportamiento por la puerta entreabierta.

Encantada al ver su deseo satisfecho, la pequeña Sa-chi se aproximó a la cuna en puntas de pie, se inclinó sobre el bebé y le dijo:

-¡Díme cómo es Dios! ¡Yo ya me estoy olvidando!

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